Apuntes sobre la supresión general de los partidos políticos
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Incluso en las escuelas ya no se sabe estimular de otra manera el pensamiento de los niños si no es invitándolos a tomar partido a favor o en contra de algo. Se cita la frase de un gran autor y se les dice: “¿Están de acuerdo o no? Desarrollen sus argumentos”. Los desgraciados, en el examen, deben terminar su exposición al cabo de tres horas, pero no pueden dedicar más de cinco minutos a preguntarse si están de acuerdo. Cuánto más fácil sería decirles: “Mediten sobre este texto y expresen las reflexiones que les lleguen al espíritu”.
Casi por todas partes, e incluso a veces por problemas puramente técnicos, la operación de tomar partido, de tomar posición a favor o en contra, ha sustituido a la obligación de pensar. Es una lepra que ha tenido origen en los ambientes políticos y se ha extendido, a través de todo el país, casi a la totalidad del pensamiento. Es dudoso que se pueda remediar esta lepra que nos mata si no se comienza por suprimir los partidos políticos. Simone Weil
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Simone Weil nació en París en 1909, dentro de una familia acomodada, intelectual y judía, aunque agnóstica. Durante la Primera Guerra Mundial la familia Weil viajó por distintas regiones de Francia ya que el padre de la autora era un reconocido médico militar. Durante este tiempo Simone Weil estudió filosofía y literatura. A los 19 años ingresó en la Escuela Normal Superior de París, a la par que tomaba clases con Alain (Émile Chartier) y a los 22 años comenzó a ejercer la profesión docente. En todo momento estuvo interesada en la política, el movimiento obrero y los derechos humanos, por lo cual de alguna forma u otra siempre participó de asociaciones políticas o caritativas. A los 23 años, por ejemplo, encabezó una manifestación obrera y fue reubicada laboralmente. Esto se repitió en varias ocasiones.
En 1931 comenzó a trabajar como profesora de filosofía en el Instituto Le Puy,a la que vez que impartía clases gratuitas para obreros y realizaba actividades de tipo sindicales. Viajó un tiempo a Alemania para ver la situación del país y fue acogida por una familia obrera. A su retorno escribió diversos artículos al respecto. El año siguiente su familia recibió a León Trotski de manera clandestina y la filósofa tuvo la oportunidad de hablar con él y discutir sobre marxismo. Durante el año 1934, Weil huyó de París abandonando su empleo como profesora y trabajó entonces como obrera en una fábrica. Ese mismo año escribió Reflexiones sobre las causas de la libertad y de la opresión social. Volvió a trabajar como obrera en el campo en 1941 debido a su firme convicción de que era el trabajo manual el bastión de la sociedad.
Simone Weil abogó por un pacifismo y un reformismo revolucionario, separándose así de la teoría marxista de la posibilidad de la llegada al poder de la clase proletaria. La autora sostenía que eran necesarias otras condiciones sociales menos explotadoras para la clase trabajadora, lo cual permitiría la revolución de la misma.Si bien provenía de una familia judía y agnóstica, se vio afectada por el cristianismo y se opuso de hecho a su religión familiar. Hacia el final de su vida incluso decidió ser bautizada.
A pesar de sus convicciones anti bélicas, una vez comenzada la Guerra Civil Española, participó de la Columna Durruti, donde ejerció como periodista voluntaria. Sin embargo, eventualmente participó activamente de las guerrillas en Aragón, aunque la experiencia la afectó profundamente en el plano moral.
Volvió a huir de París en el año 1940 y se refugió en Marsella. Luego, viajó a Estados Unidos para encontrarse con su familia y finalmente se estableció en Inglaterra, donde se incorporó a la Resistencia Francesa contra la ocupación nazi. Sin embargo, no participó en batalla, sino que fue redactora para el gobierno de Francia Libre del General De Gaulle. En 1943 la autora fue diagnosticada de tuberculosis y falleció en agosto de ese mismo año.
Varias cuestiones son interesantes de la autora además de su lucidez intelectual. En primer lugar, el hecho de que todas sus obras fueron publicadas luego de su muerte, gracias al accionar de sus amistades. En segundo lugar, que vivió su vida siendo siempre muy coherente con sus ideales políticos e ideológicos, incluso cuando eso afectaba su salud. Vivió una vida muy austera y siempre quiso entender la realidad obrera más que ninguna otra cosa. Algunas de sus obras son: A la espera de Dios, Reflexiones sobre la guerra, entre otras.