Descripción
Es con gran interés y contento personal que acepto la invitación de trazar algunas líneas de prólogo a este libro del que hice una lectura entusiasmada. En primer lugar, me fijo en dos nombres que presiden el elenco de autores y que concentran más menciones. El de Franz Fanon y el de Edward Said. No es posible ser indiferente a ninguno de ellos al momento de tratar de la cuestión del intelectual como figura de las luchas sociales, la locomoción general de las ideas y la tragedia del conocimiento.
Verdaderamente, es justo cotejar la obra de David Viñas con los estudios poscoloniales, emblema que él no invocó, pero está implícitamente muy presente en su Indios, ejércitos y fronteras.
Simplemente, en el amistoso convite que me hicieron los autores de la compilación, vi tenuemente reflejadas las lecturas que de forma irregular hice en “todos estos años de gente”. No sin declarar que todo interés intelectual de carácter emancipatorio atenúa las polémicas más o menos improvisadas que nos recorren a menudo, cierro estas líneas con un profundo agradecimiento por invitarme a participar de esta gran discusión sobre la responsabilidad del intelectual latinoamericano y sus tragedias, es decir, su inmersión en lo real histórico muchas veces de forma desdichada, con compromisos válidos que van desde el mundo universitario más calificado hasta las opciones políticas que se encaran, como siempre, entre el miedo y la esperanza.
Horacio González